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En los últimos años ha desempeñado la dirección espiritual del «Ministerio Sanando la Tierra» desde Houston, Texas. De este ministerio surgió: «Palabras del Cielo,» devocional diario que ha inspirado a miles de vidas a lo largo de todo el mundo.
DESEO QUE TU PAZ SEA COMO UN RÍO
Hijo, deseo que tu paz sea como un río. Muchos de mis hijos caen en ansiedad y depresión al no prestar atención a Mi consejo. Deseo que tu vida se alargue en bienaventuranza. Deseo que seas de corazón misericordioso con los demás y te conduzcas con la verdad. Deseo que experimentes siempre Mi favor y Yo haré que tengas el favor de los que te rodean. Descansa tu alma en Mi provisión y no confíes solo en tu sabiduría o tus fuerzas para alcanzarla. Si me consideras primero a Mi antes que cualquier cosa y te apartas del mal esto te servirá de medicina a tu cuerpo y bienestar a tus huesos. Deseo que me honres primero a Mi con lo que te he dado para que Yo te pueda bendecir en abundancia. Deseo que te apropies de Mi sabiduría que es mejor que la ganancia de la plata, que el oro y las piedras preciosas. Con ella encontraras caminos gratos para tu vida, provisión, largura de días y veredas de paz. ~Jesús
CONFESIÓN: Hoy declaro en alta voz que decido atender todos los consejos de la Palabra de Dios. Considero a Dios primero en todos mis caminos y lo honro con los bienes que me ha dado. Andaré con misericordia para los demás y para conmigo mismo. Recibo la Sabiduría de Dios que me concedió Cristo en La Cruz. Soy bendecido. Tengo el favor de Dios. Lo declaro en nombre de Jesús, Amén.
Referencia Bíblica: Proverbios 3:18
Viendo la gran respuesta y la necesidad de fortalecer la relación personal con nuestro Señor, hemos decidido publicar «Como agua en el desierto» basado en el anterior.
Es nuestro deseo que el lector sea bendecido en su relación personal con Cristo y que este devocional traiga sed en la meditación de la Palabra de Dios.
Salmo 63:1 «…Oh Dios, tú eres mi Dios; temprano te buscaré. Mi alma tiene sed de ti; mi carne te anhela en tierra seca y árida donde no hay agua…»